domingo, 11 de abril de 2010

Liberalismo político en John Rawls (Primera parte: El contexto histórico de su obra "Una teoría de la Justicia" (1971) (Sebastián Lewis)

(Las siguientes reflexiones fueron extraídas por el autor a partir de las clases del profesor Pérez Bermejo en España)


No es poco común escuchar afirmar, en las distintas charlas y debates sobre filosofía del Derecho, que la fuente del liberalismo político moderno la encontramos en la obra de John Rawls, “A theory of Justice”, publicada el año 1971. Claro, pues dicha obra constituye el punto de inflexión en la producción de obras y del debate académico en torno a la filosofía política durante el siglo XX. Punto de inflexión es aquel que tiene la característica esencial de cambiar el curso de una línea recta: en nuestro caso, del desarrollo de una práctica constante. La obra de Rawls ostenta con autoridad dicha característica. Lo anterior puesto que antes de ésta el debate académico sobre el liberalismo político era escéptico, por no decir inexistente. Durante el siglo XX y hasta la publicación de “A theory of Justice” no se dan a conocer obras novedosas e importantes sobre filosofía jurídica: tampoco hay reformulaciones o comentarios a obras ya conocidas que generasen novedad: nos encontramos en un período de crisis intelectual animada por el no ánimo de desarrollo doctrinal. Afirma el profesor Pérez Bermejo que en el ambiente académico –inspirado principalmente por posiciones influyentes como el Círculo de Viena, existencialismo o marxismo- reina un clima de completa desconfianza en torno a la posibilidad de demostrar que la filosofía política pueda cumplir con su propósito de proponer y demostrar una serie de principios racionales y objetivos.

Por otra parte, debemos mencionar la considerable influencia que ejercía la práctica política en el ambiente académico. Nos situamos en el contexto postguerra en que se comienzan a desarrollar los Estados Sociales de Derecho para satisfacer las distintas necesidades que surgieron con ocasión del escenario bélico ya consumado. Son, en otras palabras, Estados de Bienestar en donde el utilitarismo político de los distintos gobiernos se demuestra por su constante voluntad de querer extender y otorgar bienestar material al mayor número posible de ciudadanos. Esto dio origen a gobiernos “tecnocráticos”, es decir, a aquellos que están compuestos por una minoría experta en diversas técnicas y conocimientos, alejando, en consecuencia, a la mayoría de la posibilidad de poder influir en la toma de decisiones políticas. No es difícil advertir que, de la necesidad de otorgar con la mayor efectividad posible mejoras y bienestares materiales al mayor número, se hayan exigido altos estándares de conocimiento a los gobernantes (medicina, derecho, economistas, entro otros) y que pocos cumplían, dejando, de paso, excluida la representatividad a las mayorías menos capacitadas y más populares. Ya se imaginarán la despolitización que sufrió la comunidad al opacarse la participación de la población en la toma de decisiones. No obstante lo anterior, la opción utilitarista fue materialmente efectiva por lo que la filosofía política no se esmeró en formular críticas y reparos morales y se contentó con asimilar la contingencia ocurrida: se entendía que la gran mayoría de la población era incapaz de entender por qué unos principios y unas políticas eran beneficiosas para el mayor número y otras que no. El argumento escondido detrás del utilitarismo es que es justo aquello que es útil para la mayoría, aún cuando no lo sea para la minoría.

Sin embargo, a pesar de la prosperidad que se vivió bajo la coyuntura antes mencionada (principalmente en los años 40 y 50) ésta no duraría mucho más. Comienza así el levantamiento de las voces de las minorías opacadas que pretendían hacer valer sus opiniones en la toma de decisiones relevantes. Una reacción política y moral. Recordemos, por ejemplo, las campañas civiles de Martin Luter King en la defensa de los derechos de los discriminados por razón de raza; diversas protestas pacifistas con ocasión de la Guerra de Vietnam; el “mayo francés” de 1968; el “otoño caliente italiano” de 1969; y la “primavera de Praga” que puso de manifiesto el descontento minoritario en el bloque comunista. Todos estos hechos son representación directa de los problemas básicos que la filosofía política trata de hacerse cargo (por qué organizarse de tal forma, límites a la autoridad pública, moral pública, entre otros) y que generaron una fuerte crítica y posterior reformulación de la doctrina política llevada a cabo hasta entonces por estos Estados utilitaristas. Esta misma doctrina política había legitimado la exclusión de las minorías protestantes a favor de las mayorías. Es entonces bajo este contexto y por estas razones que la publicación de “A theory of Justice” el año 1971 constituye un punto de inflexión puesto que John Rawls, anticipándose a muchos autores, se hace cargo de esta realidad social de manifiesto descontento, y, procurando dar una solución política distinta al utilitarismo, propone una teoría sobre aquellos principios de justicia que deben observarse para que la sociedad esté moralmente bien organizada, respetándose los derechos de todos aquellos que la integran y sin distinción por causa alguna. Nos ofrece, en efecto, una teoría de justicia bajo cuyos postulados políticos, tanto mayoría como minoría, es decir, aceptando el pluralismo político, puedan convivir en parámetros de igualdad siendo viable y llevadera la vida en comunidad. Así, afirma el profesor Pérez Bermejo, “A theory of Justice” obtuvo una repercusión amplísima y propició un intenso debate. En palabras suyas, puede decirse que la filosofía política de nuestros días sigue siendo una prolongación del debate que se hizo cargo Rawls, y que hoy los filósofos de la política se dividen fundamentalmente en partidarios y detractores de Rawls. Ya analizaremos su obra.

1 comentario:

  1. Andrés F. Peñaloza M.12 de abril de 2010, 18:14

    Buen comentario.

    Por cierto, la idea de que los debates de filosofía política se definen entre los partidarios o detractores de Rawls es, más exactamente, de Robert Nozik ("En la actualidad, los filósofos de la política, o deben trabajar dentro de la teoría de Rawls, o explicar por qué no lo hacen", Anarchy, State and Utopia, Nueva York, Basic Books, 1974, pp. 183). Hoy, a diferencia de 1974, eso es falso.

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